A Caruso le gustan las difíciles. Una vez más se salvó. Otra vez fue el referente, el capitán, uno de los símbolos de Tigre, Diego Castaño quien le dio la victoria al Matador y alivió la presión de la soga que está en el cuello del DT. Tigre vencía cómodamente al pobre Olimpo 2 a 0 con goles de Stracqualursi y Galmarini (golazo), pero se quedó y casi lo paga caro. Quizás pensó que el partido ya estaba liquidado pero apareció el pibe Furch para marcar el descuento y el entretiempo no fue tan liviano. Cachete Morales volvió a ser titular en Tigre, el 10 estaba jugando acorde a su camiseta. Caruso sabía que jugaba contra uno de los equipos más flojos del torneo y arriesgó un poco más que de costumbre con el enganche.
A partir de los 16 del ST, cuando Bareiro marcó el empate el clima se puso tenso. La gente de Tigre sabía que el rival es inferior. Era una oportunidad ideal para alejarse un poquito de River en la tabla de promedios, de acercarse a All Boys, mantener la distancia con Huracán. Por eso la impaciencia, el nerviosismo, los insultos. Peor se puso la cuestión cuando Pablo Díaz expulsó correctamente a Trombetta. Fue en esos últimos cinco minutos jugados con un hombre menos, que Tigre debió sacar a la luz el coraje que la hinchada le reclamaba. La victoria llegó de la única forma que podía llegar, pelota parada. Castaño apenas desvió la trayectoria del balón para que entre ajustadamente contra el palo izquierdo de Tombolini.
Tigre volvió al triunfo, claro está, sin buen fútbol, sin deslumbrar, lleno de nervios y sufrimiento colectivo pero con mucho tesón auspiciado por su gente, que a estas alturas sabe que para ganar hay que saber sufrir. Por si queda alguna duda, Caruso se fue sin hacer declaraciones debido a un pico de presión, el cual afortunadamente no pasó a mayores.
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