Caruseando

Tigre le ganó a Godoy Cruz en Mendoza con la clásica metodología de su técnico, mucha gente defendiendo y tratar de meter alguna contra o pelota parada. Ya no sorprende el amarretismo de este Tigre, apremiado por el miedo a perder la categoría y con un entrenador que antepone (varios casilleros) la preocupación por no dejar jugar al rival antes que por crear juego propio.

Godoy Cruz ya no sorprende con su mentalidad ofensiva y ganadora. La movilidad de sus volantes, el desequilibrio de sus delanteros y el espectacular momento que está atravesando su máxima figura, David Ramirez, hacen del Tomba un equipo de temer, sin dudas uno de los que mejor juega en el campeonato local. Demostró que es serio candidato a pelear por el título durante todo el partido, porque prácticamente no sufrió llegadas en su arco. Un tiro en el palo en el primer tiempo y los dos goles en el segundo, el último por un error de su arquero Ibañez. Mientras Tigre esperaba algún error de este tipo para convertir, el equipo del Turco Asad generaba constantemente situaciones de riesgo. La falta de un goleador nato (ni Jairo Castillo ni César Carranza son de ese estilo) lo pudo haber llevado a no convertir todo lo que merecía.

Si estando en desventaja Tigre se preocupaba poco por atacar (jugó gran parte del partido con un sólo delantero), con un gol de diferencia a favor se olvidó que se podía jugar más allá de la mitad de la cancha. El Tomba, con corazón pero poco fútbol, lo arrinconó pero no consiguió el empate. Segunda derrota consecutiva del Tomba como local, ante Estudiantes tampoco fue merecida pero la bronca es mayor porque "nos ganaron sin jugar a nada" según Carranza. Tigre se recuperó de un paupérrimo comienzo y luego de tres derrotas consecutivas lleva cuatro partidos sin caer, y da pelea a los ascendidos, a Gimnasia y nada menos que a River para mantener la categoría.