
Puede existir interna, pueden no ser amigos y también puede ellos dos dividan a la hinchada Xeneize. Pero queda claro que cuando entrar a la cancha y tiran los dos para el mismo lado marcan la diferencia. Carteles y banderas para uno. Canciones y ovación para el otro. Pero al final, en Boca todos terminaron felices.
En la segunda etapa el visitante salió decidido en busca del empate y durante los primeros veinte minutos puso en aprietos al equipo de Pompei (¿próximo ayudante de campo de Bianchi?). Pero la defensa respondió bien y con solidez cerró los caminos.
A los 25 llegaron las ovaciones. Fue luego de una buena jugada de Riquelme sobre la izquierda que le dio una magnífica habilitación a Palermo para que éste marcara el segundo gol del partido. ¿El festejo? Un abrazo entre los referentes y aclamaciones para cada uno de ellos.
Fue un golpe duro para San Lorenzo que nunca encontró el camino para descontar y el Xeneize se agrandó y comenzó a florearse al grito de hinchada que decía “ole”. Pero atención. No se deje engañar por eso. Boca no jugó bien, si fue contundente y supo manejar el partido con un Riquelme que sabe como es eso de manipular los tiempos y que cuando está enchufado es difícil pararlo.
San Lorenzo no pudo llegar a su tercer clásico ganado en forma consecutiva y la mejoría en su rendimiento que mostró en los partidos contra Independiente y Huracán estuvo ausente éste domingo. Boca, por su parte, volvió a la victoria luego de la derrota en La Plata y la fecha que viene tendrá que visitar al Rojo que todavía sueña con el campeonato.
Foto: gentileza de Olé digital.
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